No me gusta utilizar el flash para las fotos de Semana Santa, pero en esta ocasión no tenía otro remedio. Realmente estaba verdaderamente oscuro a la hora de realizar la fotografía, y apenas estaba viendo lo que encuadraba la cámara, aunque tenía bastante claro que el brazo de Jesús debía ser el eje sobre el que construir la toma. Pero lo que realmente me llamó la atención al verla ampliada por el proyector fueron los portadores de la imagen, uno con la mirada perdida en el infinito, el otro aparentemente agobiado por el peso. Uno y otro, reflejaban, según mi opinión, el enorme sacrificio que su venerado titular realizó, aunque su Orden Servita nos lo dulcifique mediante la preciosa advocación de Buena Muerte.

Gloria a Dios Trinidad y a los cautivos Libertad. Noviembre 2011

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